La Central Hidroeléctrica Binacional Yaciretá es el emprendimiento generador de energía eléctrica más importante de nuestro sistema eléctrico: como obra es la más grande del mundo en su tipo.
El EBY quiere cerrar el último capítulo de su historia con una concesión de las obras a manos privadas por espacio de 30 años, debido a que los recursos para financiar la culminación de la misma han tocado fondo.
El proyecto cuenta con 20 turbinas, que en plena producción, tendrán capacidad de generar energía equivalente al 60% del total generado en Argentina.
Actualmente solo 8 de esas turbinas fueron instaladas y de ellas, siete producen energía, sin la posibilidad de una alta generación.
Este nuevo inconveniente genera pérdidas mensuales de 2 millones de dólares y tiene como protagonista principal a nuestro país, debido a que problemas en el sistema de transmisión de electricidad argentino, alimentado por el ente, no permiten la utilización de las mencionadas 8 turbinas para evitar toda una sobrecarga sobre las líneas de alta tensión.
Durante 1998, Yaciretá aportó poco más de 19.000 Gw/h, equivalentes al 40% de la oferta eléctrica actual y al 65% de la energía hidroeléctrica que consumen Argentina y Paraguay.
En Ente Binacional afirma que el aporte energético de la central permitiría solucionar el problema eléctrico argentino, con una explotación más racional y económica de los recursos, afirma también que la demanda de energía aumentaría en un futuro y que la represa asegurará el crecimiento industrial. Es decir que Yaciretá significaría una importante fuente dedivisas, ya que la tarifa fijada por ambos países aseguraba la operación rentable de la central.
Sin embargo, ninguno de estos aspectos es considerado en el controvertido proyecto de concesión que afanosamente impulsan los organismos oficiales y que no puede interpretarse como otra cosa que la entrega lisa y llanamente de nuestro patrimonio.
La central hidoeléctrica de Yaciretá tiene una gran magnitud relativa respecto del mercado argentino, ya que su oferta tenderá a deprimir los precios internos de la energía eléctrica, lo que sin duda jugará a favor de la industria y de todos los consumidores argentinos.
El gobierno nacional otorgó a un tercero la concesión sobre la venta de toda la energía generada en la central. De esta manera, el concesionario puede comerciar la energía en un tercer país sin ningún tipo de restricción (por ejemplo en Brasil) y se correría el riesgo de que se produzca un encarecimiento artificial de la energía en nuestro país que beneficiaría a los generadores de energía en detrimento de los consumidores. Por lo tanto podría llegarse a la conclusión de que: a) La Argentina no resguarda el interes nacional, ya que privaría a sus consumidores del uso de electricidad y por lo tanto de sus beneficios económicos; y b) Brasil nuevamente demuestra una concepción estratégica de largo plazo para su desarrollo económico e industrial, ya que por vía de un contrato de largo término podría contar con un cupo de energía importante, sin haber invertido un solo dólar en ello.
Exportar la energía de Yaciretá será un buen negocio para quien gane la licitación, pero será un mal negocio para las industria y los consumidores argentinos.
Si los kilovatios de la presa se comercializan en el mercado interno, la tarifa eléctrica local se abarataría entre el 30 y el 15%. Esa reducción es la que permite el esquema tarifario eléctrico, y el de Yaciretá es de los más baratos.
Los compradores de las centrales térmicas de Puerto S.A. y Costanera S.A., ya privatizadas, serían los más perjudicados si la electricidad de Yaciretá quedara en nuestro país, ya que las tarifas bajas los dejarían fuera de competencia.
Pero consumir la electricidad puertas adentro tendría otros efectos:
- El ahorro de 5 millones de toneladas de petróleo que dejarían de usar las centrales térmicas,
- Una disminución en el costo de producción de las industrias que podría trasladarse al precio final de sus bienes.
- La disminución de lafacturas eléctrica para las familias y los comercios.
De esta manera, lograda la concesión de Yaciretá, el Estado Argentino no solo asumirá la deuda que le corresponde pagar a su socio paraguayo (4.000 millones de dólares) sino que también deberá pagar: 163 millones de dólares en obras complementarias del lado paraguayo, compensaciones por terrenos inundados y un aporte por la cesión de energía para terceros países; 100 millones de dólares a Paraguay por la concesión de la presa, cualquiera que sea la recaudación y forma de pago que consiga la Argentina.
Como contracara, el negocio que se ofrece al capital privado excede la venta de electricidad. Es decir que quien se quede con la presa también heredará: la explotación del complejo turístico de la zona; y el cobro de peaje en el camino internacional entre Argentina y Paraguay, que es una vía clave de acceso al Mercosur. Además, el pliego de concesión trae una promesa: la exención del impuesto a las ganancias para el ganador del concurso; una ventaja que no se dio en ninguna de las privatizaciones de las tantas que ya se hicieron.
Queda claro entonces que la tarifa de Yaciretá es libre, y que no depende de los precios regulados que imperan en el mercado argentino.
Si la Argentina quiere comprar esa electricidad tendrá que pagar el precio que le pida el concesionario de la obra, que paradójicamente fue financiada íntegramente con dineros del Estado y creditos que figuran entre los componentes de la deuda externa argentina.
Actualmente, el gobierno nacional argentino y el consorcio Eriday (Impregilo-Dümez) difieren en una cifra de 1.350 millones de dólares sobre las obras realizadas. Mientras el gobierno habla de 228 millones, la contratista solicita el pago de 1.578 millones de dólares.
Los mayores costos reclamados por Eriday se originan por la aplicación del decreto de ley de cargas financieras, utilización de fondos propios en períodos de montaje y aplicación de la ley de convertivilidad , entre otros ítems. Asimismo, el gobierno nacional estimó que la consultora germano-norteamericana Harza-Lahmayer y Asociados lleva cobrados 435 millones de dólares.
Como es habitual Yaciretá sigue dando que hablar, pero lo cierto es que esta gran estructura resolverá, en un plazo aún incierto, nada menos que el 40% de la demanda energética..
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